¿Esto es... amor?

Empiezan a hablar vía Internet desinteresadamente. Ha quedado claro que ninguno de los dos quiere nada, simplemente amigos… experiencias a través de la pantalla.
Al principio todo es banal. «Tengo dos hermanos, padres, una casa…» pero empiezan a necesitar más del otro. Quieren conocerse, pero todo es una experiencia a través de la pantalla.
Pasan de saludarse con un «hola» a un «¿qué tal bonita?». Tienden a expresar cariño con motes graciosos o molestos. Además, sienten que deben explicarle a su compañero de pantalla el porqué de su tardanza ante un mensaje o porqué tal día no podrá hablar con él.
Es todo tan extraño y tan… tan… les gusta la aventura que están recorriendo juntos.
Hasta que llega ese momento. ESE y no otro.
Ese momento en el que los dos se despiden porque han quedado con sus respectivos amigos y cuando salen, se sienten mal… no quieren engañar al que, tras llegar a casa, le espera sentado detrás de la pantalla.

Se explican esos sentimientos. Sentimientos encontrados por las dos partes.

Se están enamorando. Sí, lo están haciendo.

¿Y ahora qué? Ella tiene miedo y él también. No querían una relación y ahora se ven envuelto en algo parecido a la vez de extraño.

—¿Lo intentamos?
—¿Y si sale mal?
—Podemos.
—¿Y la desconfianza?
—¿Y la confianza?
—No sé… saldrá mal.
—Intentémoslo.
—¿Y si sale mal?
—Borra nuestras conversaciones.
—Aun así no te olvidaría.
—Por favor…
—Es que…
—¿Es que… qué?
—No sé si esto es amor.
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