La primavera se ha ido porque tú ya no estás.
Se fue contigo lo bueno de esta ciudad...

Y ahora no sé lo que queda si los recuerdos mejoran tu inexistencia  o la hacen aún más pesada.

Que no eres tú, que ya estás en un sitio mejor.
Soy yo. Ella. Nosotros.
Que no podemos vivir sin tu amor.

Que la vida se nos hace pesada,
se nos atraganta...
cala.
Y no sé cómo ni cuándo vamos a dejar de llorar.

Que el pesar de todos estos años se nos acumula en la espalda y nuestros lomos no aguanta tanto como lo hacías tú.

Que todo pasa y que incluso de tu risa, tu olor, tus manías, virtudes... nos olvidaremos e  intentaremos recordarte en algún par de fotos.
Que no sé qué es más triste, si los que lloran por la pérdida o los que se frotan las manos con las ganancias.
Sigue doliendo como la primera vez que me dijeron que no volvería a verte.
Que si no lo digo reviento y que si me callo lloro y eso nunca te gustó.

No pude mirar. No pude mirar hacia atrás sin poder llorar la ausencia del hoy y del mañana... del siempre. Que no entiendo el porqué, pero que paso de comprenderlo... que ya da igual porque eso no va a ser que vuelvas.

Que me lamento de la vida y la muerte porque son ellas las que separan la felicidad de dos personas. O de varias. O de mí. O de nadie.

No sé por quién lloro. Si por mí o por todas las personas que me hubiera gustado presentarte y así poder estar orgullosa de ti, tanto como tú lo estabas de mí.

Que yo soy diferente, decías, y que eso te encantaba. Y ahora no le encanto a nadie porque de nadie soy la reina ya que eso solo lo era para ti. Que esto es duro y yo no sé cómo salir de aquí.
Te echaré de menos... lo sabes. Que siempre me arrepentiré de ser así y no mostrarte lo que te quise, pero sabes que llevo en mí tus historias, tus recetas, tus manías con las uñas o esa forma peculiar de hacer manualidades.

Siempre fuiste lo que me gustaría ser a mí. Algo imposible porque superarte no está en mis planes. Pero te admiraré. Mucho, más de lo que ahora te adoro. Y le contaré a las personas importantes lo que tú le hubieras contado y les haré reír como solo a ti te gustaba hacer.
Que no es una promesa. Que no me puedo prometer ser como tú.

Eso es imposible... al igual que pedirle al universo que te devuelva de donde te ha escondido.
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