Mi amor...
Hoy quiero decirte
tantas cosas que no sé si seré capaz de organizar mis sentimientos.
Primero voy a
respirar hondo y a tranquilizarme. Allá voy.
¿Sabes lo que más
me gusta cada vez que me levanto? No encontrarme un mensaje tuyo. Y
no es porque no te hayas acordado de mí, no. Es que eres un dormilón
y te permites el lujo de dormir hasta tarde. Pero sé que nada más
despertarte, me mandas un mensaje informándome de que el perezoso ya
ha abierto los ojos.
Y ser tu primer
pensamiento, sonrisa del día, me llena de gratitud y me hace sentir
poderosa.
Antes, cuando te
importaba o interesaba, me llamabas con un nombre cariñoso, pero no
era un nombre de esos que dan arcadas, no, era especial porque venía
de ti y nadie más me llamaba de esa manera.
Ya no me llamas así
¿qué pasó?
Muchas veces pienso
que ha sido por mi culpa que estemos así. Muchas veces pienso que
demostrarte más de lo que te demuestro va a perjudicar lo que esto
sea.
Pero ya no estoy
segura del porqué has declinado. Y eso me frustra.
Amor, no desistas
por favor. Solo necesito que tomes un minuto de tu tiempo y me lo
dediques. Solo quiero saber que puedo abrirme y que no voy a caer
después de todo. Solo necesito que a veces te muestres comprensivo,
aunque no entiendas de lo que hablo. En ocasiones solo necesito que
dejes de intentar enfadarme porque a ti te parece divertido. Para mí,
es solo un pensamiento negativo más a todo ese cúmulo de baja
autoestima.
Cariño, necesito
decirte estas cosas y no tener que parar porque alguna lágrima
quiera escapar.
Pero no todo fue
negativo, ¿verdad?
Me veo reflejada en
ti y aunque no te lo parezca, somos muy parecidos. Estoy segura de
que funcionaríamos muy bien y quiero constatarlo, ¿tú no?
Dame una oportunidad
para demostrarte que sí, que esto puede funcionar.
No sé si seré
capaz de enviarte esto. Qué decir, no sabía que algo así me podría
pasar a mí. No estabas en mis planes y eso es lo mejor de
esto–sin–nombre.
Dame la oportunidad
que no merezco y te demostraré cuanto te quiero.
Cuídate.
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