Con un hilo de voz pronunció… palabras.
Palabras que pueden llegar a doler a lo más profundo de nosotros o
llenarnos hasta sentirnos felices por completo.
Palabras como puñales que atraviesan el alma, grabando cada letra
a fuego en lo más íntimo de nosotros.
Palabras como medicinas para nuestras heridas.
Palabras mal interpretadas
o mal inspiradas.
Palabras impulsivas… las que más riesgos y verdades traen.
Pa-la-bras.
P-a-l-a-b-r-a-s.
Palabras inaudibles que jamás dijo por miedo al qué dirán.
Palabras que suenan mejor en nuestra cabeza.
Palabras prohibidas, vergonzosas… atormentadas…
Palabras de aliento y vida.
Pero al fin y al cabo, palabras.
Palabras que no significan nada.
Palabras que significan todo.
Jugamos con palabras, oraciones… sin saber lo que estamos
diciendo.
—Daría todo por ti.
—¿Por mí? ¡Oh! — Exclama la chica sintiéndose plena, la persona
más feliz de esta tierra. Siente que le importa a alguien… que alguien moriría
por ella si fuera necesario.
(A los días…)
—Lo siento, es mejor dejarlo aquí.
—¿Por qué? — Pregunta ella, intentando darle una excusa lógica a
su huida.
—No puedo darte lo que mereces.
—Dijiste que darías todo por mí. — La chica dejó de sentirse
llena, querida, a sentirse sola… sin ganas de vivir y, sobre todo, sin ganas de
dar más oportunidades.
Palabras llenas de sentimientos, promesas y… mentiras.
Cuando en el colegio nos enseñan a juntar letras, palabras,
frases, párrafos… textos… ¿Por qué nadie nos advierte del poder que tenemos
entre manos?
Un bolígrafo más papel… ¿Por qué nadie nos dice que eso es un contrato
firmado de larga duración para aquellas personas que lo leen? Debería haber un
aviso.
Sí. Como en las películas: AVISO: Si está enamorado, crees en unicornios o esperas en Navidad
a que los Reyes Magos te entreguen tus regalos… NO es recomendable que sigas
leyendo o escuches las siguientes palabras.
Puede que hubiera menos infartos o… menos decepciones.
No obstante, al final, ¿qué queda?
Palabras…
… que significan todo o nada